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John Lindsay-Poland

Las armas que vienen de Estados Unidos brutalizan a los migrantes y los obligan a huir por toda la ruta entre Centroamérica y los Estados Unidos.

En Honduras, El Salvador y Guatemala, las armas provenidas de Estados Unidos en las manos tanto de pandillas como de fuerzas estatales hacen insostenible la vida en las vecindades y comunidades, forzando a las familias a huir. Al llegar a México, policías con armas de los Estados Unidos, instados por Washington a parar el flujo de refugiados, han detenido y deportado cientos de miles de estos migrantes.

Las familias e individuos migrantes que escogen rutas fuera de donde hay redadas policiacas se encuentran en áreas controladas por las organizaciones no-estatales delincuenciales, armadas sobre todo con armas traficadas desde armerías en Texas, Arizona, y otros estados fronterizos en EUA. Estos grupos han secuestrado y desaparecido a miles de migrantes.Si los migrantes llegan a la frontera con Estados Unidos, se enfrentan agentes de la Patrulla Fronteriza que cuenta con armas de alto poder. En todos los casos, las empresas que fabrican las armas sacan ganancias de la carrera desesperada de las familias centroamericanas para estar en un espacio más seguro.

Una encuesta de niños y niñas huyendo de Honduras, Guatemala, El Salvador y México, llevada a cabo en 2014 por la ONU, encontró que casi la mitad citaron experiencias de amenazas de daños graves por parte de grupos armados organizados, incluyendo los policías, que los motivaron a salir de sus países. En El Salvador, dos de cada tres niños señalaron esta violencia de grupos armados. De las armas recuperadas y rastreadas en Honduras, El Salvador y Guatemala, el origen de más del 40 por ciento de ellas fue identificado en los Estados Unidos. Muchas otras armas fueron producidas en otros países y traficadas a Centroamérica, pero el país fuente no pudo ser identificado – y es probable que fueron traficadas desde Estados Unidos.

Después de las elecciones en Honduras en 2017 que estuvieron marcadas por el fraude y la represión, la Organización de Estados Americanos llamó por una nueva elección. Durante las protestas en Honduras contra del fraude electoral, los Policías Militares emplearon metralletas producidas por Colt Manufacturing, con sede en Connecticut y legalmente exportadas, las cuales mataron a varios manifestantes. Desde entonces, la mayoría de centroamericanos que buscan entrar a Estados Unidos, incluyendo los miembros de las caravanas del segundo semestre de 2018, venían de Honduras.

Pero México no es seguro para los migrantes centroamericanos – más de dos tercios de ellos reportan ser víctimas de violencia en México. Alrededor de 35,000 migrantes en México han sido secuestrados y desaparecidos. “Solamente en términos de cifras brutas, las desapariciones forzadas de migrantes en México se compara con las peores dictaduras … en el hemisferio,” dice Everard Meade, del Instituto Trans-Fronterizo en San Diego.

Si los y las migrantes recurren a los coyotes controlados por los carteles, o transitan en los autobuses públicos, son más vulnerables a las extorsión, la desaparición forzada, la violación, y otras violencias de organizaciones criminales equipadas con armas de fuego de los Estados Unidos. Los migrantes que pasan por la ruta del Golfo hacía el norte tienen que pasar por Tamaulipas, y uno de cada tres migrantes deportados de Estados Unidos el año pasado fue enviado a su país a través de Tamaulipas. Pero Tamaulipas es también el estado con el mayor número de armas traficadas – más de 15.000 armas fueron recuperadas por las autoridades en ese estado entre 2000 y 2015. Y más de 6.000 personas, muchas de ellas migrantes, han sido secuestradas y desaparecidas en Tamaulipas.

Las armas utilizadas por los grupos delincuenciales en México vienen mayormente de los mercados minoristas de Estados Unidos: setenta por ciento de las armas recuperadas en escenas de crimen en México y rastreadas fueron compradas en Estados Unidos, especialmente en los estados fronterizos de Texas, Arizona y California, y traficadas por la frontera. Una gran proporción de estas armas fueron armas de asalto que están fácilmente disponibles en las armerías y ferias de armas en Arizona, Texas y Nuevo México. Si las armas empleadas en los homicidios en México reflejan el mismo patrón, habría más homicidios en México en 2018, cometidos con armas de fuego de EUA, que los homicidios con armas de fuego en todos los Estados Unidos mismos.

El debate sobre armas en Estados Unidos debe considerar el dolor de los migrantes y mexicanos asolados por la acción de armas que vienen de Estados Unidos como motivos contundentes para implementar fuertes medidas de prevención de la violencia con armas de fuego. Los legisladores en Estados Unidos deben reinstalar la prohibición federal sobre armas de asalto y cargadores de alta capacidad, así como establecer controles efectivos sobre usuarios finales de armas exportadas para prevenir que las armas lleguen a fuerzas policiales y militares que se coluden con el crimen organizado o violan los derechos humanos.

Estados Unidos no debe deportar a los migrantes y refugiados que buscan protección según el derecho nacional e internacional – pero también debe parar el flujo de armas que hace de la vida en México y Centroamérica tan peligrosa igualmente para residentes y migrantes.