Milenio, 26 de octubre de 2019
Murfreesboro, Tennessee. Hace 38 años su fundador instaló un taller que hoy beneficia, entre otros, a los cárteles mexicanos.
El arma más letal del narco mexicano se ensambla aquí, a cincuenta millas de la ciudad de Nashville, Estados Unidos, la capital de la música country. Es sobre la carretera 50, a tiro de piedra de las Grandes Montañas de Humo en donde Ronnie G. Barrett construyó un imperio que hoy beneficia a los cárteles mexicanos de la droga con un rifle tan letal que no existe defensa alguna en su contra. Se trata del Barret calibre 50, el fusil preferido del Cártel de Sinaloa.
Desde hace 38 años, Ronnie instaló un taller para fabricar armas en Murfreesboro, una ciudad al sur de la capital de Tennessee con apenas 100 mil habitantes, en su mayoría anglosajones nacionalistas acostumbrados a tener armas en sus autos, casas y cocheras.
El taller creció. Hoy es la fábrica más grande de armas en la nación americana, resguardada por el ejército, alambres de púas y cámaras de seguridad que la hacen impenetrable. De aquí han salido cientos de rifles descubiertos en territorio mexicano, lo mismo al norte, como al sur. Se trata de fusiles que han acabado con la vida tanto de narcotraficantes como de elementos de las fuerzas armadas.
¿Y el responsable? Es Ronnie Barrett, miembro honorario de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), quien diseñó el primer rifle de francotirador calibre .50 después de observar una ametralladora Browning montada en un bote.
John C. Killorin, un ex agente especial de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), llamó al rifle de Barrett “un arma devastadoramente poderosa contra la cual la mayoría de las tropas de las fuerzas del orden, tiene cualquier medio de defensa”.