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Por Paulo Guttiérrez, INSYDE, 1 de julio de 2019
Animal Político

Es urgente transformar una realidad donde los hombres están sobre-representados en el crimen y en la victimización, sin olvidar también que la evidencia muestra que la muerte de las mujeres por razón de arma de fuego se cuadriplicó.

La relación que existe entre los hombres y las armas ha sido asumida como un rasgo universal cultural, y por ello no se considera un elemento central para diseñar estrategias y acciones contra la violencia generada por armas pequeñas y ligeras.

En el ámbito internacional, el interés por frenar la proliferación ilegal de este tipo de armas comenzó en 1980, con la creación del Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme (UNIDIR, por sus siglas en inglés); sin embargo, ni los pronunciamientos sucesivos, ni los estudios, ni los programas generados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tuvieron éxito. En 2006, el entonces Secretario General de la ONU, Kofi A. Annan, lamentó públicamente no haber llegado a un acuerdo para frenar el comercio ilícito de armas pequeñas y ligeras; también, deploró la falta de entendimiento acerca de que la intención no era prohibir las armas de fuego en general, reguladas debidamente por cada país, sino únicamente las ilícitas.

En la reunión del Comité Preparatorio para el Tratado de Comercio de Armas (2006, PrepCom, por sus siglas en inglés) se generó la Declaración de Trinidad y Tobago, donde se criticó lo inadecuado que era el Programa de Acción de las Naciones Unidas para prevenir, combatir y erradicar el tráfico ilícito de armas ligeras en todos sus aspectos, porque el programa no tenía en cuenta que los hombres, en especial los jóvenes, son el rostro de la violencia armada en todas sus escalas: desde la interpersonal y comunitaria, hasta la del crimen organizado y los conflictos armados.

Ese mismo año, cuando se celebró la Primera Conferencia de Revisión sobre la implementación del Programa de Acción (RevCon, 2016), Gary Barker, cofundador del Instituto Promundo —una asociación promotora de la justicia de género y la prevención de la violencia entre hombres y niños—, reiteró en el acta-resumen de la conferencia el error de obviar a los hombres como sujetos de género e instó a que se reflexionara sobre el rol de la masculinidad (normas y expectativas sociales) en lo que significa ser un hombre y en la demanda y uso ilícito de armas de fuego.

Aun cuando existen fundamentos psicobiológicos que vinculan a los hombres con la violencia, existe también suficiente evidencia empírica que prueba cómo el uso de armas se conecta en mayor medida con la socialización, los incentivos y la aceptación de que los hombres sean quienes las porten, por lo cual, son población prioritaria para la política pública. (1)

En México, la iniciativa más sólida y reciente para analizar el problema de las armas surgió desde la sociedad civil en 2014: (Des)Arma México, coordinada por Paulina Arriaga Carrasco e impulsada por Sergio Aguayo Quezada, Gonzalo Aguilar-Zínser (†) y Miriam Morales Sanhueza. Con su equipo, Carrasco creó el Observatorio Nacional de Violencia Armada y Género (ONVAG), además, publicaron el estudio Mujeres víctimas de violencia armada y presencia de armas de fuego en México (2011-2013). (2) Los estudios del ONVAG abrían la posibilidad de producir y difundir datos e investigación sobre hombres y armas, desafortunadamente, como sucede con muchos proyectos valiosos, esa posibilidad no vio la luz por falta de recursos y cerró un año después de su creación.

Como puede verse en la tabla, es urgente transformar una realidad donde los hombres están sobrerrepresentados en el crimen y en la victimización, sin olvidar también que la evidencia muestra que la muerte de las mujeres por razón de arma de fuego se cuatriplicó. (3) Para combatir los más de ocho mil 442 homicidios dolosos perpetrados con armas de fuego que se registraron durante los primeros cinco meses de 2019, hace falta principalmente voluntad política, no solo del Estado, sino de otros actores, recomendó Sergio Aguayo en su columna del pasado 27 de junio. (4)

Es necesario también reintegrar el papel de los hombres en la perspectiva de género y el abordaje de las violencias, pues aunque se asume que son el sujeto universal de la política pública, en la práctica no lo son. (5) Asimismo, debe reconsiderarse su papel en la prevención y atención de las violencias, y hacer una reflexión seria y minuciosa de su estatus no solo como usuarios, sino también como víctimas de las armas. Hay que reconocer para matizar, que los usuarios de armas son apenas un subconjunto de la población total de varones —aunque su condición de minoría no los vuelve menos letales—, y que somos una inmensa mayoría quienes optamos por no participar en las violencias y buscamos otras alternativas para resolver conflictos de toda índole.

En ese sentido, vale la pena retomar las sugerencias de Barker sobre la importancia de prestar atención al género, reconociendo las necesidades y roles de los diferentes grupos sociales; asimismo, debemos poner en el centro de la discusión sobre las armas, la compleja relación entre masculinidad, juventud y violencia. También, de forma simultánea, debemos impulsar acciones para restringir el acceso a armas, particularmente entre los hombres, a través de modificaciones legislativas, vigilancia del cumplimiento de la ley y concientización de la población en general sobre sus letales efectos en mujeres y hombres.

Propongo además cuatro preguntas para pensar diferentes elementos que pueden ser útiles para el diseño de política pública:

  1. ¿Cómo prevenimos la tentación, en grupos específicos de jóvenes varones, de ser portadores y usuarios de armas, sin apelar a los manidos recursos penales?
  2. ¿Cómo generamos —en contextos de tensión y desigualdad—, modelos de masculinidad que no recurran a las armas como dispositivo de violencia autoinfligida, (6) contra otros hombres y contra las mujeres?
  3. ¿Cómo controlamos efectivamente las armas ilícitas y las hechizas, (7) que ya están en manos de muchos hombres en las calles?, y
  4. ¿Cómo sensibilizamos a los diferentes actores políticos acerca de los efectos concretos que tienen la política de seguridad actual en la vida y muerte de los hombres? (p.e. los efectos perniciosos del carácter militar de la Guardia Nacional)

Estas preguntas son vitales porque integran componentes educativos, culturales y propios de la prevención social y la seguridad. Ahora más que nunca es necesario sumar recursos y conocimientos para desarmar a los hombres. El desafío no es menor; no hay que escatimar en los esfuerzos.

* Paulo Gutiérrez ha colaborado como investigador externo con Insyde y con México Evalúa. Es candidato a doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara con la tesis Autoretrato hablado. Hombres jóvenes y delitos de alto impacto en Jalisco: un estudio sociológico sobre masculinidad y trayectorias delictivas.

(1) Gary Baker. Tiro al blanco. Los hombres y las armas. Resumen de políticas para la RevCon. Centro para el diálogo humanitario. Ginebra, junio de 2006.

(2) Paulina Arriaga, Maura Luz de Jesús Roldán y Vania Ariadna Ruiz. Mujeres víctimas de violencia armada y presencia de armas de fuego en México (2011-2013). Arma México, CASEDE e INDESOL. Observatorio Nacional de Violencia Armada y Género.

(3) Por arma de fuego y en el hogar, mayoría de muertes de mujeres en 2018Notisistema 2019.

En 10 años se cuadruplicaron asesinatos de mujeres en el espacio público, alerta estudio mujeres en el espacio público, alerta estudio. Animal Político. 2019.

(4) Sergio Aguayo. La Piñata: Vanguardia, 27 de junio de 2019. Disponible aquí.

(5) Existe evidencia de que los programas de prevención de las violencias y el delito no logran cumplir su propósito debido a que las acciones diseñadas para jóvenes terminan focalizadas en otros grupos poblacionales. Ver: ¿Cuáles son las acciones preventivas? Evaluación cualitativa del programa nacional para la prevención social de la violencia y la delincuencia (PNPSVD)/Pronapred, México Evalúa. 2014.

(6) Para 2016, de los 6,291 fallecidos por suicidio, 5,116 eran hombres, lo que se traduce en que, de cada diez suicidios, ocho son cometidos por hombres, mientras que dos de cada diez (1,173), por mujeres. Fuente disponible aquí.

(7) Las armas hechizas son un problema en aumento en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Disponible aquí.