Eugenio Weigend Vargas y Carlos Pérez Ricart*
cronica.com.mx, 14 de julio de 2021
No hay forma de subrayar la importancia que han tenido las armas de fuego en la expansión de la violencia en México en las últimas décadas. Nuestro país ha pasado de tener poco más de diez mil homicidios en 2007 a poco menos de treinta mil en 2020. Que se haya triplicado el número de homicidios en trece años no es la única cifra que debería preocuparnos: igualmente grave es saber que el 72% de los homicidios que se cometen en México se realiza con armas de fuego, una cifra apenas comparable con la de otros países del mundo.
La relevancia de las armas de fuego en la expansión y crecimiento de la violencia homicida (y no homicida) contrasta con lo poco que sabemos de ellas. ¿Cuántas circulan en México? ¿Quiénes son sus usuarios? ¿Cómo se compran? Estas son preguntas para las que, a día de hoy, es imposible tener respuestas certeras.
Con el objetivo de conocer un poco más a fondo las dinámicas de adquisición de armas en México, nuestro artículo de investigación Gun acquisition in Mexico 2012-2018: findings from Mexico’s National Crime Victimization Survey publicado en The British Journal of Criminology a inicios de 2021, busca entender quién y por qué adquiere armas en México. Para dar una respuesta aproximada a esta pregunta, examinamos los resultados de Nacional de Victimización (ENVIPE) que año con año realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Como señalamos en el artículo, si bien ENVIPE presenta limitaciones importantes a la hora de analizar cuestiones relacionadas a la adquisición de armas en México, sí ofrece una excelente ventana de oportunidad para acercarse al tema.
A partir de la información de ENVIPE hallamos que entre 2012 y 2018, al menos un arma fue adquirida de manera legal o ilegal en un millón 890 mil hogares a lo largo y ancho del país. ¿Cuánto equivale esa cifra en el universo de unos 34.1 millones de hogares que hay en México? Aproximadamente el 5.5%. Si el promedio de personas viviendo en una casa es de 3.6 personas, entonces —siempre según los datos de ENVIPE— al menos unas 6.8 millones de personas tuvieron acceso a armas en sus casas en ese periodo.
Nuestro estudio también analizó patrones temporales de adquisición de armas y halló un dato que, si bien no sorprende, sí resulta alarmante: la compra de armas legal e ilegal ha ido en aumento. Si en 2013 fueron adquiridas 311 mil armas, en 2018 fueron 352 mil.
En cuanto a armas per capita, México está lejos de tener un problema de armas como el de Estados Unidos, país en el que circulan de manera legal e ilegal unas 390 millones de armas. Aun así, los números en México son alarmantes si tomamos en cuenta la evidencia que demuestra que las armas en casas facilitan formas de violencia de género, suicidios, asesinatos no intencionales y violencia doméstica.
Sobre la identidad de los compradores, nuestro estudio arroja que, al igual que en Estados Unidos, en México las armas son compradas por una parte muy reducida de la población. ¿Cuál es el perfil del comprador promedio? Mayormente son hombres jóvenes que viven en lugares rurales; en muchos casos son adquiridas por gente que vive en sitios en los que la percepción de seguridad es grave o muy grave. La encuesta de ENVIPE señala igualmente que la gente que desconfía de la policía se vuelve más proclive a comprar armas y que gente con niveles relativamente altos de educación e ingreso son más propensos a comprar armas que individuos con menos ingresos y menos educación. Asimismo, hogares que han sufrido de violencia, particularmente con armas de fuego, suelen ser más propensos a adquirir armas.
Por último, además de analizar el tema de quién y por qué compra armas, nuestro artículo subraya la necesidad de entender y transmitir los riesgos de que continúe aumentando el número de armas en hogares. Se trata de un problema que debe ser atendido de manera urgente y directa. Al mismo tiempo, debemos buscar maneras para que aquellas personas que “de todas formas” van a adquirir armas en sus hogares lo hagan de forma legal y regulada. Esto significa trabajar en mejores registros, protocolos y bases de datos, una tarea para la cual el Estado Mexicano parece no estar preparado.
El problema de las armas legales e ilegales en México es real y actual; una mejor coordinación entre academia y política es urgente para asumirlo como es: una crisis que ya nos explotó.
* Eugenio Weigend Vargas, es investigador del Center for American Progress y Carlos Pérez Ricart, es profesor investigador de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).