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Mitchel A. Sobieski, Milwaukee Independent
27 de agosto de 2025

En mayo de 2015, un helicóptero militar en el oeste de México fue derribado en medio de una lluvia de balas y granadas propulsadas por cohete. El arma que deshabilitó la aeronave fue una ametralladora Browning calibre .50. No fue robada de un arsenal del gobierno ni adquirida en el mercado negro internacional. Fue comprada legalmente en Oregón.

Este no fue un incidente aislado. De hecho, miles de armas de fuego compradas legalmente a distribuidores estadounidenses —tanto independientes como de cadenas comerciales— han terminado en manos de los cárteles más violentos de México. Estas armas han sido rastreadas hasta tiendas en EE. UU. mediante datos gubernamentales confidenciales, filtraciones y expedientes judiciales, revelando un flujo masivo y en gran medida no regulado de armamento que cruza la frontera sur.

Sean Campbell y Topher McDougal, escribiendo para The Conversation, estuvieron entre los primeros en documentar las redes de tráfico y los flujos de armas que ahora están en el centro de la atención pública renovada.

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